A la hora de diseñar un jardín  hay que considerar  dos aspectos fundamentales:   cuáles son las necesidades y cuál es el presupuesto con el que se cuenta.    De hecho, las funciones que  se quieran dar al jardín influirán en la zonificación, circulación y en su diseño final.

Un punto que no se debe perder de vista es la correcta relación con el entorno.  Este aspecto tiene que ver tanto con el tamaño del jardín cómo con dónde esté ubicado.  Así, mientras pequeños y medianos jardines urbanos o suburbanos se relacionan mayormente con la vivienda a la cual pertenecen, los más amplios jardines de countries o barrios cerrados deben conjugarse con un espacio mayor y con lo que ellos expresan.

En cuanto al diseño, es clave encontrar el equilibrio entre la unidad y la variedad.  Cuando se habla de  unidad, se alude a lograr armonía, equilibrio y proporción, mientras que variedad es todo lo contario: contraste, movimiento, desproporción y aquello que produce una llamada de atención en el observador.  Es muy importante buscar y encontrar un equilibrio entre ambos ya que si se construye  un jardín simétrico, armónico y sin contrastes, puede provocar falta de atención y aburrimiento.  Por el contrario, un jardín plagado de contrastes y movimiento puede inducir a stress y deseos de no permanencia.

Un manera de conseguir unidad es generando “ritmo”.  Esto se logra a través de la repetición de un elemento o característica como color, textura y forma en un mínimo de tres veces en lugares estratégicos.  Las composiciones simétricas también generan unidad, pero pueden resultar aburridas o monótonas si no se hace algo para llamar la atención, como utilizar colores o texturas contrastantes.  Por otro lado, si se busca dar variedad a un jardín, hay dos caminos para lograrlo; el primero es aportándole movimiento al diseño a partir de diagonales o curvas; el otro camino es generando contrastes de color, follaje, textura, forma y tamaño.

Cuando se trata de  plantas, es vital seleccionarlas  conociendo tamaño y forma final.  Esto supone  conocer a partir de libros, viveros o jardines vecinos cómo van a ser dentro de unos años, para evitar que invadan espacios que no le correspondan o que proyecten sombra en lugares no deseados.  Por último es vital tener presente que cuando el presupuesto es acotado, lo más  aconsejable es invertir en aportar suelo de buena calidad o mejorar el existente. La calidad de la tierra es esencial para el futuro crecimiento de las planta y para que ellas se expresen en todo su potencial.

Fuente: Arquitecta Flavia M. Ambrosini para Revista Vivienda

Imágenes vía: Cailen, Informaciona, Jardín Decocasa